En esta ocasión, os acerco una aportación de Estrella Ortíz publicada el pasado 8 de Noviembre de 2015 en la web de AEDA, Asociación de Profesionales de la Narración Oral en España. Mi intención con esta información es que cada vez más, los cuentos reciban el valor, dentro de la cultura y de la literatura, que se merecen y no queden como un género menor, simple.Pero sobre todo, que al acercarnos a ellos, los cuentos y nos atrevamos a emplearlos, lo hagamos con la misma responsabilidad y respeto que un cirujano utiliza el instrumental y el conocimiento del cuerpo.
Los relatos son compañeros de viaje de la existencia humana; antes de la escritura ya estaban ahí, haciendo las noches más cortas y aportando sentido a este mundo cambiante y misterioso. Los relatos ancestrales proporcionaban contenido imaginativo a las actividades de la comunidad, arropando con palabras los ritos de toda índole. Sus temas trataban los asuntos del adulto, y solo en épocas relativamente recientes se consideraron propios de la infancia. Se diría que con el paso del tiempo muchos de estos mitos se descontextualizaron de las circunstancias en los que se contaban para convertirse en mero entretenimiento, al menos en apariencia.